El primer capítulo
de Estudio en escarlata nos introduce a John Watson, un médico militar que
regresa a Londres después de servir en la guerra en Afganistán en 1878. Lo
curioso es que, a pesar de haber vivido experiencias traumáticas, no se percibe
en Watson una marcada huella emocional de esos eventos. Tras ser herido de bala
en combate y sufrir diversas enfermedades, se le otorga un permiso por razones
médicas bajo el amparo de un gobierno paternal, lo que le asegura un ingreso
diario de 11 chelines y 6 peniques.
Con estos
recursos, Watson logra alojarse en un buen hotel de Londres. Sin embargo, a
pesar de la comodidad del lugar, su rutina resulta monótona e incómoda. Este
detalle refleja que no solo buscaba un techo, sino también algún propósito que
rompiera con su soledad y apatía. Watson es un hombre práctico, pero la
situación lo lleva a replantearse su modo de vida, pues mantener ese ritmo
resulta insostenible a largo plazo.
En este contexto,
se encuentra con Stamford, un antiguo colega que había trabajado bajo sus
órdenes en el hospital de Barts. Es interesante que Stamford, aunque no parece
tener un papel crucial en la vida de Watson, se convierte en el puente que lo
conecta con Sherlock Holmes. Stamford menciona que conoce a alguien que busca
compartir un piso, y Watson, quizás movido tanto por la necesidad económica
como por el hastío de estar solo, acepta la idea sin demasiadas reservas.
Lo llamativo de
este primer capítulo es que Watson no conoce todavía a Holmes, pero acepta la
posibilidad de vivir con un extraño. Este detalle me hace pensar que Watson no
se siente cómodo en la soledad, lo que lo lleva a ser más receptivo a este tipo
de propuestas. Es una decisión que dice mucho sobre su carácter: práctico y
flexible, pero también deseoso de algo que rompa con su aislamiento.
Holmes, por su
parte, se nos presenta de manera indirecta. Stamford lo describe como un hombre
muy peculiar, lo que parece ser una advertencia sutil de que no es una persona
común. Más adelante, cuando Watson conoce finalmente a Holmes en el laboratorio
químico, empezamos a ver destellos de su personalidad: un entusiasmo casi
desbordante, una capacidad analítica impresionante y una clara desconexión de
muchos aspectos cotidiano s de la vida. La famosa deducción de que Watson había
estado en Afganistán es solo una muestra de la mente brillante y meticulosa que
define a Holmes.
Este primer capítulo deja en claro que el encuentro entre Watson y Holmes no fue casualidad pero me surge la curiosidad como se desarrollara el segundo capitulo pero si que es verdad que confiado mi querido Watson.
No hay comentarios:
Publicar un comentario