jueves, febrero 06, 2025

Cap. II: La ciencia de la deducción

 



En el segundo capítulo de Estudio en escarlata, Watson cuenta cómo fue su primer encuentro con Sherlock Holmes y cómo terminaron compartiendo piso en el famoso 221B de Baker Street. Curiosamente, en la vida real esa dirección no existía cuando Conan Doyle escribió la historia. De hecho, Baker Street solo llegaba hasta el número 85 en aquel entonces. Aun así, la gente en Londres estaba tan convencida de que era real que con el tiempo se terminó aceptando, e incluso hoy en día hay un museo dedicado a Holmes en esa dirección.

Volviendo al libro, cuando Watson y Holmes fueron a ver las habitaciones, les parecieron perfectas, y como entre los dos podían costearlas sin problema, cerraron el trato ese mismo día. Una vez instalados, Watson comenzó a notar lo peculiar que era vivir con Holmes. Al principio pensó que tenía insomnio, pero en realidad, lo que pasaba es que se quedaba despierto analizando pistas o experimentando cuando estaba a punto de descubrir algo. En este capítulo se nota bastante que Holmes tiene ciertos rasgos obsesivo-compulsivos, sobre todo porque se obsesiona con los detalles que realmente le importan y deja de lado todo lo que considera irrelevante. Su forma de pensar es extremadamente analítica, pero dentro de su propio sistema de prioridades: todo lo que no le sirve lo desecha inmediatamente.

Esto se recalca bastante, Watson notaba que iba y venía del apartamento, este comportamiento era extraño para el, pues nunca había visto o conocido a alguien así a pesar de eso aun no sabia a que se dedicaba su compañero, notaba que tenía mucha energía, sin embargo seguimos hablando de una persona mortal, pues este le provoco un estrés crónico por no darle un descanso adecuado a su mente y a su físico en si porque como Watson menciona que pasa días enteros sin moverse del sofá o casi sin mover un musculo es porque hizo un desgaste extremo a todo su ser, pero por la narrativa el autor nos da entender que es un humano con sus propios limites y vaya que los explota hasta el borde, en la vida real un desgaste como este podría llevarse a la fatiga crónica, estrés, ansiedad, y desconexión emocional.

Luego después de ese suceso interactuando mas con Sherlock, Watson se quedó impresionado que carecía de ciertos conocimientos, personajes como Tomas Carlyle que era un historiador, filosofo, escoses, no tenía ni idea de quien era el, y mientras se daba el tema menciono sobre la teoría Copérnico y la composición del sistema solar, por educación Holmes si lo escucho pero reitero en olvidarlo, es decir, que le era tan inútil, como hacer nadar un pez, por supuesto que a Watson se quedo con los ojos a cuadros después de escuchar eso, pues claro quien no, rápidamente le menciono un ejemplo muy sencillo para entender como funciona su mente al compararlo con un ático vacío, en el que hay que meter exclusivamente muebles del su gusto, pero si lo empieza acumular con madera por ejemplo el espacio estará tan amontonado que para los conocimientos útiles se encontraran enterrados.

Watson no comprendía como una persona que parecía ser muy intelectual, desechaba el progreso de la humanidad, a solo con los conocimientos de su gusto y admitió que si es bueno en lo que hace pero no sabe con que fin, al cabo de unas semanas, una mañana en que Watson estaba desayunando vio un periódico al borde de la mesa con una cita de un artículo, el libro de la vida  solo contaba el autor que el análisis y el fijarse en los mínimos detalles y tener cierto conocimiento de los entornos y locación (o al menos asi me lo dio entender el texto).

Esto hizo que Watson le transmitiera pura falacia, como si alguien pudiera saber las características de un individuo o su procedencia a partir de algún detalle en concreto, ya sea por su vestimenta o su forma de hablar. En otro fragmento del capítulo mencionan a otros autores y sus respectivos personajes ficticios, que vendrían siendo Edgar Allan Poe (C. Auguste Dupin) y Émile Gaboriau (Monsieur Lecoq). Watson pensó que compararlo con esos personajes ficticios lo haría sentirse elogiado, pero estaba tan equivocado como alguien que confía en la batería del celular al 1%, pues menospreciaba a estos personajes. Algo curioso es que Arthur no tenía nada en contra de estos autores, que eran antecesores de Sherlock, pues él quería recalcar que su obra, en cuestión de estudio analítico, científico y lógico, era superior a la de aquellos personajes ficticios. Cosa que Sherlock menospreciaba en lo absoluto, estoy seguro de que si él existiera en la vida real, mantendría esa mentalidad de menosprecio.

Ya finalizando el capítulo, demuestra su afirmación de que su método científico, lógico y analítico era sumamente superior cuando un caballero estaba buscando, al parecer, el apartamento de Holmes y Watson. Como es lógico e impulsivo, Holmes no pierde el tiempo y rápidamente menciona que es un sargento retirado de la marina, lo cual revela a Watson que es de ordenanza (asistente o sirviente), según lo dictado por el mismo individuo. En un arrebato de euforia y cortesía, le preguntó si se dedicaba a otra cosa antes de prestar ese servicio, y con una pose militar le dijo que era sargento de infantería ligera de la Marina Real.